sagitario blues Publicado 27 de Enero del 2011 Publicado 27 de Enero del 2011 El miércoles 26 de enero cumplimos con repetir la jornada observacional de Barrio Yapeyú, Casilda. Habíamos estado la velada anterior y las nubes nos habían corrido. Anoche, nos resarcimos. A las nueve las luces seguían ahí pero las estrellas les torcían el brazo en la diputa magnitudinal. Moni llama a Liliana, Liliana llama a una amigo operario de la guardia de servicios, en media hora aparca su camión con la escalera hidráulica y zas¡ Turn off. En un instante se iluminó el cielo con su Orión y su Can y toda la troupe del sur. Salimos de nuestro escondrijo, detrás del ceibo hermano y nos colocamos en la orilla de la vereda. Todo el cielo era nuestro, amigos. Los vecinos habían corrido la voz y no había menos de cuarenta personas en la plaza. El electricista se quedó un buen rato pues nadie puede resistir la tentación de echar ojo al infinito; además traía cola, había venido con su hijo, un muchachito de unos 14 años o más, quién se apasionó al punto de dejar a su padre sin cenar. A mí me vendría muy bien eso, amigos. Batimos el record en la baja de edad en las observaciones. Imagínense, hay tanto republicano suelto pidiendo la baja en la imputabilidad legal ¡y nosotros bajando la edad observacional! Uff. Alcé gurrumines de dos y tres años. Las chicas más grandes, autodefinidas como estrellas rojizas, se habían traído sus repos y sus mantas; así que lo que no era mirar era charla y mates, que constituye otra forma de ver, pero el alma del otro. Los chicos, como arriesgué el miércoles por la mañana, en la nota anterior, se sabían todos los nombres de las estrellas de memoria. Estos sí son logros (en mi escala de logros privadirijilla). Y no sólo sabían los nombres, sabían también como reconocer la edad aproximada de una estrella según el color de su luz emitida. Cuánta gente amiga, amable, atenta. Los hermanitos mayores cuidando a los chiquitos, los adolescentes sonriéndose y cargándose mutuamente en esos gestos típicos de la preseducción juvenil. Sebastián sacaba infinitas fotos y las nenas decían ¡Zas, se rompió la cámara! Si en la toma salía un joven o un amigo. Las mamás llegando con timidez y enseguida sumándose a la fiesta de ver y de hablar pavadas sobre el cielo, pues siempre trato de hacer una broma y que esa broma guarde un viso de realidad, de pesado concepto abstracto. Debe de ser una deformación de mi cerebro no poder ir a las cosas sin una vuelta de significado. Recuerdo que una terapeuta, una vez, hace cuatro o cinco pirulos, me dijo, ¡Galarza, no piense! Uff. Ahí nomás dejé de contarle la verdad y un par de meses después -como en Menta y Limón- lo nuestro quedó en nada. Pensar y reír son para mí imprescindibles. Es extraño, no me caen muy bien los cuentos de Fontanarrosa, porque los considero burlescos, y soy devoto de Saer, Borges y Martini, quienes no te sueltan un chiste ni que les rogues. Mas cuando explico algo recurro siempre a algún chiste... Bueno, ¿a quién va a interesarle esto? Sobre las once los equipos chorreaban agua pues había llovido mucho y la humedad persistía en el ambiente. Las imágenes en el reflector empezaron a sumar reflejos y comas y empecé con el rollo de arriar. Pero el coro hizo su contraofensiva clamando por más. Olvidé decir que, cauto, había levado a Nuevosagitario (el Hokenn 90 910 eq2 refractor) y que sobre las diez treinta estaba trayendo luces del sur lejano: alfa crux, beta y el alhajero, carinita, la perla, el alfiletero... ¡Qué equipo, amigos, el nuevosagitario! Una luca trescincuenta y una visión totalmente aceptable. Gran negocio. Le puse un motorcito a la AR y a rodar estrellas. Olvide decir qué, Seba volvió con Savi, su esposa. Quiero pensar que ya estamos por ganar otra adicta a los secretos de Atlas. Sobre el final se hablaba mucho de esas luces raudas que corren por la cúpula. Charlamos sobre la ISS y entonces saqué mi álbum de fotos. Las fotos son como los libros. Por más tecnología que venga no hay como tener una foto en tu mano. La tocas, la miras, le das vuelta y tu cerebro digiere lento su comida de signos. Por eso la televisión embrutece y pervierte la razón social. La televisión, si no es de respeto (como Encuentro), te abarrota de imágenes y sonidos y no hay espacio allí para el pensamiento. Las imágenes sucesivas crean un vértigo del cual el cerebro se evade tragando sin procesar. Las fotos o los libros están ahí, en tu cajón o en tu biblioteca y tú vuelves a ellos tantas veces como lo desees. Puedes pensar con ellas, no con internet. Con internet o con la tv no piensas. Creo. A las doce largamos y empezamos a guardar. Dejamos la invitación para la próxima plaza en el centro de Casilda. Entre una y otra tenemos por delante la reunión de Uspallata y ya veremos qué onda. Como dijo Yon Guaine: Adiós, amigos. Sergio Galarza www.sagitarioblues.blogspot.com sergiogalarza62@gmail.com 1º de mayo 2345. Casilda. 03464 154 49 820.
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