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A LA SOMBRA DE UN GIGANTE


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Hola a todos!!.

Luego de un tiempo de no escribir ningún reporte y de no aparecerme. Hace unas noches, escribi este pensamiento, espero les guste.

Hace ya varias noches atrás y, como para ponerle una especie de pausa a tanto trajín y desavenencias, me fui como casi siempre lo hago (bueno, hacia un tiempo que no hacía), al patio del fondo de la casa a tomarme un recreo, digamos. Nada planeado, ni se me había cruzado por la mente armar el telescopio, ni siquiera salir a tratar de delinear constelaciones con una carta, para qué, ya las conozco de memoria. Solo contemplar y admirar.

La noche en cuestión era bastante transparente, las estrellas parecían no querer moverse del pedacito de cielo que les tocaba en suerte. Se aferraban fuertemente dentro de sus límites e incluso, cada cúmulo estelar abierto o masivo globular seguía este concepto y como fanáticos de algún club de futbol hinchaban por sus respectivas constelaciones e iban fielmente haciendo “punta” y, por detrás de ellos, más tímidas, las nebulosas y galaxias, en callada procesión para no interrumpir la magnificencia del celestial momento. Como Sancho a Quijote, sin chistar ni cuestionar nada, y solo en actitud de profunda reverencia, sus calmados pasos se hundían en lo profundo del cielo con una seguridad casi marcial.

Claro está, la imaginación como un fiel aliado de la noche y cómplice del silencio, me dejaba intuir todo lo que había por delante y detrás de cada figura celeste. Me fui directo al gran Orión, quizás por ser el más representativo de la noche. Su mítica M42 se dejaba advertir en su daga eterna, como una mancha muy difusa cuya luz se mezcla con la de todo el complejo, escondida entre estrellas muy sutiles y casi fantasmales. Mis ojos se entrecierran para tratar de observar más y mejor y, mientras sonrío, me doy cuenta que no soy yo el que la está mirando, sino ella a mí. Me mira desafiante desde esa inalcanzable distancia de unos 1.400 años luz. Es la niña mimada de los astrofotógrafos, ¿Y, qué decirle? Tenía razón, era una estrella TOP reconocida mundialmente, llena de glamour, y yo no había hablado con su representante, si es que lo tiene, por lo que proseguí a bajar la vista tímidamente antes que llame a sus guardaespaldas para sacar a ese mirón no invitado a la fiesta. Y al retirar la mirada, me topo accidentalmente con esas tres estrellas del cinturón. Qué curioso… Todavía estaban en la misma posición que tenían cuando las miré por primera vez, allá por 1974 ¡Ma que precesión ni precesión! Seguían allí, firmes y quietas, sin cambios aparentes, todavía tan arrogantes como aquella lejana noche. Pero… una parecía querer salirse de línea, la que si mal no recuerdo bautizaron Alnilam; significaba algo así como “collar de perlas” ¿Será por esto que quiere apartarse, con la intención de no ser bajada de categoría por sus otras dos compañeras? Ya que mi memoria se activa al verlas, recuerdo que sus nombres no son de alcurnia, ni de la alta sociedad, digamos, serian… Mintaka, cinturón y, Alnitak, el cinturón.

No creo que Alnilam pudiera sentirse cómoda entre ellas y, hasta adivino continuos e intensos amagues de fuga… Pero deben ser mis cansados ojos, que ya piden un pequeño descanso y, mi estómago unos sabrosos mates dulces.

Luego sigo desde Alnitak y en línea recta hasta más abajo, donde yace una enorme bola roja llamada Betelgeuse, que según dicen seria el hombro del cazador. Su nombre tuvo tantos retoques desde su original árabe que su pronunciación ya es incierta. Igualmente no me importa, esa bola roja a más de 500 años luz, supo desplegar sus encantos y regalarme sus mejores fulgores esa noche. Brillaba sin sentimiento de culpa alguna, por ser la única del barrio que viste camiseta de otro color y al parecer también hacía gala de su gran porte ¿Quién se le animaría a semejante grandulón? Las otras, esas que no quieren cruzar palabras con ella, la miran de reojo y murmuran entre sí, pero mis oídos no logran escuchar esas conversaciones con evidentes malas intenciones. A lo largo de los años, me di cuenta que Betelgeuse no tiene una personalidad firme y centrada, como aparenta. Es muy cambiante de ánimo y, a veces brilla más y otras veces menos, incluso, su diámetro varia de los 419 a los 580 millones de kilómetros ¡Ahora me doy cuenta que en la red andan diciendo de ella que será nuestro segundo sol! Algo así como para el 2012 ¡Pobre Betelgeuse! Cayó en la volteada de los vendedores del miedo y las especulaciones. Igual, la miro intensamente y su color es tan fuerte y contrastada que no dejo de pensar en las enormes fuerzas que bullen en su interior, algo que trato en la oscuridad entender y no lo logro completamente, solo me limito a ser testigo de esa metamorfosis ya a punto de manifestarse, claro está, no en el 2012 sino cuando la ocasión lo amerite o, cuando ella sienta que pueda revelarse a una nueva existencia estelar, para agrado de algunos y despecho de otros. Lo único que sé con seguridad es que no seré yo el afortunado que lo vea.

En la punta opuesta, veo a Bellatrix. Por lejos, muy inferior a la gigante tomadora de esteroides. Brilla sí, con un brillar minúsculo pero de sutil belleza, es una dama discreta y sabe guardar su lugar en el segmento de cielo que le tocó con gran dignidad.

Haciendo memoria, recuerdo que la llamaban “La guerrera”, no sé con seguridad el porqué de ese nombre ¡Pero seguro que a 240 años luz, años más años menos, se las ha ingeniado para estar presente cada noche y formar parte de una de las constelaciones más hermosas. Al mirarla en detalle, me doy cuenta que es ella la que sostiene ese brillante escudo, y no otra; ni siquiera sus hermanas de armas tienen ese privilegio, quizás allí radica la verdadera fuerza de su nombre.

Mis ojos, ahora, suben y suben sin distracción hasta que reparo en una estrella como de 2ª magnitud y, al parecer en una esquina, como en penitencia ¿Por alguna travesura, hecha a algunas de sus colegas? Sin dificultad la vislumbro, es Saiph, un raro nombre que como no podía ser de otra manera es de ascendencia árabe. Supe que significaba “Espada gigante”. A más de 700 años luz, sabía muy bien como imponer presencia al observador casual.

Ya era evidente que Orión se perfilaba como el patovica celestial, nombres virulentos y llenos de mensajes premonitorios para todos aquellos que se animaran a traspasar sus límites. Pero solo me quedaba por visitar a una gigante, llamada Rigel y, ya no la molestaría más.

¡Qué brillar fabuloso! Mis ojos parecen casi no resistir su esplendor; es, por así decirlo, varonil su porte, como un lejano faro ilumina con potencia al observador. Nadie podría sospechar que su nombre árabe es humilde, hasta humillante para semejante luminaria: El pie del gigante… Yo esperaba algo más impactante, pero los antiguos astrónomos árabes tendrían sus razones y ¿quién era yo para contradecirlos? La sola vista de este gigante, me bastaba para entender que, su enormidad estaba en su tamaño y distancia y no en su nombre. A unos 800 años luz, es algo que parado en mi pequeño patio, no podría jamás comprender, esos millones y millones de kilómetros encerrados en ese punto brillante y que aún así, de alguna manera, se conectara con mi patio, era para mi mente, demasiado maravilloso y hasta casi una especie de milagro celestial. Literalmente, allí estaba ese gigante ¡Posando un pie sobre mi jardín!

Toda la constelación en si es magnífica, no por lo parejo de su iluminar sino por la variedad de sus componentes, cada una tiene estilo propio y un encanto único. Orión, el gran cazador, siempre impactará en el corazón de aquellos que la observen con el debido respeto, no es una constelación cualquiera sino, una que cada noche blande su garrote en contra de aquellos que no la aprecien debidamente, ni le dediquen una mirada amiga durante la primer noche estrellada. A cambio, ofrece generosamente su escudo protector a los que son capaces de reconocerlo como el guardián de las noches de verano.

Fabian

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Fabián querido, totalmente identificado con tus impresiones y la forma de encarar el relato. Como suelo decir en broma pero no tanto, "Muchachos no todo es Ascensión Recta en la vida" :D .

Abrazos

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Buenísimo, Fabián.

Mucha pasión en el relato. Me re gustó (ayer también me quedé un buen rato mirándola. la atmósfera después del viento que hubo durante todo el día estaba ideal).

Al igual que el forero Borges, me sentí identificado en casi la totalidad de los pasajes del texto.

Me gustaron mucho:

La parte de Betelgeuse en la que decís que va a pasar a otra existencia estelar es épica realmente.

Y cuando hacés referencia a la comprensión de lo que pasa y las distancias. Es así... "te deja en el molde".

También cuando mencionás la primera vez que la viste. (me acuerdo de cuando era chiquito en el patio en casa de mi abuela, para ésta época del año, quizás con diciembre ya más avanzado, de ver al cinturón pero reconociéndolo como "las tres marías" en aquél entonces y años más tarde ver la película Men In Black, en la que mencionan al cinturon de Orión y no entender mucho. hasta que en el verano siguiente en un campamento con los chicos de la parroquia en las afueras de Cura Brochero en Córdoba tirado en el piso, pude ver la constelación entera y entenderla. por casualidad. y la satisfacción que me generó...).

Y bue... gracias por compartir.

Un saludo.

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Que bien Fabian!

Uno muchas veces mira una estrella y siente algo, piensa en cosas parecidas pero nunca se le ocurre después transformar esa experiencia en algo escrito.

muy lindo post.

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fabian , excelente reporte. te comento que este fin de semana anduve por pagos santafecinos. tenia lista mi humilde caja de oculares,binoculares, camaras y demas parafernalias. y una lista de casi 100 objetos para observar en un cielo decente. te comento que ante tal expectaculo, deje de lado la lista de observacion y me fui directamente hacia a el gran cazadororion o urion ( segun los mitos pelagastos) y poder observar , la gran m42, casi al alcanze de la mano, llegar al cinturon y poder mirar una zona realmente rica en cuanto a objetos, flame, sigma orionis. aunque debo admitir que quede un poco desepcionado de no poder ver la gran b33. es una tarea pendiente que me queda.

saludos y reitero excelente relato

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Hola a todos!!.

¡Gracias por los comentarios!. Solo se trata de eso, compartir sensaciones y sentimientos, que solo las estrellas pueden despertar en uno, en una noche calma y serena. Es verdad, que las astronomía no tiene que ser solo un ejercicio mental, sino también espiritual . El que no se sienta atraído ante un cielo estrellado y oscuro, creo que no tiene nada dentro de si. Todos seguro, tendremos nuestras propias experiencias y lo mejor es que, son experiencias para toda la vida!!. Dejan huellas en el alma y el corazón. Bueno, gracias por opinar y un gran abrazo a todos

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gracias por tu relato fabian, lindo y poetico reporte.

se nota que sentis pasion por este hobby que nos une a todos.

saludos desde bs as

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